La historia de amor entre Saúl y su mujer podría contarse a través de las medallas olímpicas. En la primera, la de Pekín 2008, todavía no se conocía; después de la de Londres le pidió matrimonio; y con las de Río ya tenían a su primera hija. Su mujer reconoce que la no clasificación en Milán fue un "palo muy gordo", tanto que incluso Saúl confiesa que pensó en tirar la toalla.