Robert Manrique estaba trabajando en el centro comercial en el que el grupo terrorista ETA puso una bomba que acabó con la vida de 21 personas en 1987. Él sufrió lesiones en brazos, manos, cabeza y piernas. Cuando estaba convaleciente, la lectura fue un gran apoyo para este barcelonés de 53 años que encontró el la Biblia, entre otros, una vía de escape.